jueves, 20 de agosto de 2015

Santa Sofía de Constantinopla


La iglesia de Santa Sofía, dedicada a la tercera persona de la Trinidad, es una de las obras más sublimes del arte bizantino. Fue construida del 532 al 537, durante el mandato de Justiniano I en Constantinopla, capital del Imperio bizantino.

Será el resumen de todo el programa ideológico del reinado de Justiniano: Grandeza, esplendor y poder. Es Santa Sofía el último edificio de la Antigüedad y el primero de la Edad Media.
Su obra fue iniciada para sustituir a la vieja iglesia de Santa Sofía que fue destruida tras la Revolución de Nika hecha por Constantino.

Se basa en una planta rectangular, dividida en tres naves. La nave central es el doble que las laterales. La amplitud de la nave central hace que a simple vista aparente un templo de cruz griega marcado por los grandes pilares, que le proporciona un protagonismo a la cúpula. Se toma la planta central, como la principal imagen de la arquitectura bizantina.

Sus arquitectos, Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto, cubrieron el edificio, de planta cuadrada, con una cúpula central sobre pechinas. Ésta reposa sobre cuatro arcos, sostenidos a su vez por cuatro columnas. Dos semicúpulas hacen de contrafuerte de la cúpula central y los muros abiertos están asegurados por contrafuertes. Todo esto permitió que en las zonas laterales hubiera una apertura hecha tribuna.

Sus arquitectos realizaron un diseño sin antecedentes, tomando elementos conocidos (planta basilical y rotonda), pero que se unen en una estructura nueva.
La luz era necesaria en ese templo de la divina sabiduría.


Fue utilizada como iglesia cristiana durante casi mil años, desde su construcción hasta conquista de Constantinopla por los turcos en 1453. Su arquitectura es eminentemente espacial, aunque el efecto exterior ha sido significativamente modificado por los otomanos, que lo enriquecieron con minaretes, espolones y grandes contrafuertes.


Interior Santa Sofía










Exterior Santa Sofía











Plano axonométrico de Santa Sofia



ENLACES
https://mundosoxidados.files.wordpress.com/2015/04/santasofia2.jpg
http://www.almendron.com/artehistoria/wp-content/uploads/hagia_sophia.jpg
http://peregrinayevangeliza.com/wp-content/uploads/2013/09/iglesiadesantasofa1tv0.jpg

jueves, 30 de julio de 2015

La Venus de Willendorf


Seguimos en la Prehistoria, pero esta vez os voy a hablar de una pieza muy conocida por todos los que han ahondado un poco en la historia del arte. Me refiero a la Venus de Willendorf.


Realizada en piedra caliza, la mayor característica de esta obra es la exageración de los rasgos femeninos, como los pechos, caderas o muslos. Sigue la ley de la simetría, propia de las leyes primitivas. Al no tener rasgos faciales, hace que el espectador se concentre en los demás atributos corporales.


Esta pieza tiene un sentido mágico-religioso, la Venus de Willendorf es un exvoto para la fertilidad. Sus exagerados atributos y el no tener rostro, implica que no sea la escultura de una representación naturalista de una mujer, sino ante una estatua-símbolo que contenía el concepto de fertilidad. 


FUENTES



AA.VV., Historia del Arte, Ecir Editorial, Valencia, 2006.


BRÉZILLON, M., Dictionnaire de la Prèhistoire, Librairie Larousse, París, 1969.


Venus de Willendorf

martes, 21 de julio de 2015

Las Cuevas de Altamira

Para poder hablar de la historia del arte y por tratarse de la primera entrada del blog, voy a hablar de los primeros esbozos de arte que se encontraron situados en la Prehistoria.


Y cómo no, las Cuevas de Altamira (Cantabria) serán un claro referente en esta etapa de la historia del arte.


Descubiertas por Marcelino Sanz de Sautuola en 1875, las representaciones están dotadas de una excepcional calidad. La temática será animalística, en la cual el bisonte será la mayor representación, pintados en diversas bóvedas de las grutas, ocupando una extensión de 100 m2.


Utilizan la técnica grasa, la cual gracias a la porosidad de la roca ha seguido intacta. Los trazos lineales en negro-carbón son complementados con otros como el marrón-ocre, produciendo una degradación tonal que sugiere bulto.


Para que las pinturas tuvieran sensación de relieve utilizaban los salientes de las rocas. Por otro lado, al adaptarse a las medidas reales de proporción, haciendo uso del perfil absoluto, da lugar a una sensación de naturalismo. La profundidad no existe en este tipo de pinturas, ya que no interesa representar un fondo paisajístico.  






FUENTES



AA.VV., Historia del Arte, Ecir Editorial, Valencia, 2006.  






Detalle de un bisonte

Detalle de una de las bóvedas de las Cuevas de Altamira