Los temas mitológicos han sido utilizados en la historia
del arte por numerosos artistas y en diferentes épocas, pero su mayor
representación fue durante el Renacimiento. Este periodo artístico significa
volver a nacer y esta idea comenzó a ganar terreno en Italia. En ninguna ciudad
fue más intenso esta idea de “volver a nacer” que en Florencia, fue allí, donde
un grupo de artistas creó un arte nuevo rompiendo con las ideas del pasado, y
entre ellos, Sandro Botticelli.
Gracias al escritor Giorgio Vasari[1],
conocemos un poco más la vida de Alessandro di Mariano di Vanni Filipepi
(Florencia 1445-1510), apodado Sandro Boticcelli, perteneció a una familia
humilde de Florencia. Vivió la segunda mitad del siglo XV, y siempre en la
Toscana. Pintor característico del Quattrocento italiano., con 14 años se
convirtió en aprendiz de orfebre, después se formó en el taller de Fray Filipo
Lippi, quien sería su mentor. Trabajaría en Prato y en pequeñas ciudades de
alrededor. De este pintor recibe sus mayores influencias: nuevo control de las
formas tridimensionales, delicadeza en la expresión de los rostros y gestos,
detalles decorativos y un estilo íntimo.
En torno a 1450, ya pertenece a los artistas de San Lucas,
con más prestigio de toda Florencia, lo que hará que los Médicis lo incorporen
como pintor favorito. Fue conocido por su pintura mitológica, aunque hay que
destacar la belleza y la amplitud de sus temas religiosos. Será un gran
dibujante, al igual que su maestro Lippi. Hacia la década de 1460, comienza a
realizar encargos de Madonna, que realizaría influenciado por Lippi, y que
además será unos de los trabajos y temas que más fama le dará entre las
familias nobles, que irán acrecentando su fama y su trabajo. Por la década de
1470 Botticelli ya tenía su propio taller de pintura, él sería ahora el maestro
y mentor del hijo de Filippo Lippi, Filippino Lippi.
Después de su vuelta a Roma en 1482, Botticelli crea una
serie de pinturas de contenido mitológico. Esta temática entra en la
iconografía abordada por Sandro Botticelli. Es un pintor que proyecta en sus
obras profanas las inquietudes culturales de la Florencia de la época. Esta
pintura es casi una ilustración del episodio análogo narrado por Poliziano[2]
en el poema El torneo, el cual describe como la diosa llega del mar a la orilla
empujada por el viento y la espera la Primavera.
Es una tempera sobre lienzo, realizada en torno al año
1485, de 172,5 x 278,5 cm y se encuentra ubicada en la Galleria degli Uffizi en
Florencia. Venus es la diosa del amor y la belleza, y su nacimiento según la
leyenda surge de los genitales del dios Urano, cortados por su hijo Cronos y
arrojados al mar. El momento que
representa el artista es la llegada de la diosa, tras su nacimiento, a
la isla de Citera (Chipre), empujada por el viento como describe Homero, quien
sirvió de fuente literaria para la obra de Botticelli. Venus aparece en el
centro de la composición sobre una enorme concha, esta iconografía aparece
relacionada con el mundo femenino y la virginidad; sus largos cabellos rubios
cubren sus partes íntimas mientras que con su brazo derecho trata de taparse el
pecho, repitiendo una postura típica en las estatuas romanas de las Venus
Púdicas. La figura blanquecina se acompaña de Céfiro, el dios del viento, que
la empuja hacia la orilla junto a Aura, la diosa de la brisa, enlazados ambos
personajes en un estrecho abrazo. En la zona terrestre encontramos a una de las
Horas, las diosas de las estaciones, gracias a la iconografía podemos saber que
es la Primavera, ya que su manto está decorado con motivos florales. La Hora
espera a la diosa para arroparla con un manto también floreado; las rosas caen
junto a Venus ya que la tradición dice que surgieron con ella.
Técnicamente, Botticelli ha conseguido una figura magnífica
aunque el modelado es algo duro, refuerza los contornos con una línea oscura,
como si se tratara de una estatua clásica. De esta manera, el artista toma como
referencia a la Antigüedad a la hora de realizar sus trabajos. Los ropajes se
pegan a los cuerpos, destacando todos y cada uno de los pliegues y los
detalles. El resultado es sensacional pero las pinturas de Botticelli parecen
algo frías e incluso primitivas.
Fue pintado antes de viajar al Vaticano para trabajar en la
corte papal. Para Gombrich[3]
representa una intelectualización de la metamorfosis de Ovidio reinterpretada
por el propio pintor. De nuevo el movimiento aparece en los cabellos.
BIBLIOGRAFÍA
AA.VV.,
El arte en la Italia del Renacimiento,
ed. H. F. Ullman, 2008.
AA. VV., Florencia, arte y arquitectura, ed. H. F. Ullman, 2007.
BAGUÉ-VICENS, E. Ars, ed. Teide, S.A., Madrid, 1974.
GOMBRICH, E. H., La historia del arte, ed. Phaidon Press Limited, 1997.
VASARI,
G., Las vidas de los más excelentes
arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos,
ed. Cátedra, Madrid, 2015.